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domingo, 30 de diciembre de 2012

Wash & wear *


A los 31 años, hace de esto mucho tiempo, lloré por primera vez después de 17 años. La última había sido cuando murió Lulú, una perra que compraron un 27 de noviembre (el día en que nací) para crecer juntos. Murió un 4 de mayo, ambos teníamos 14 años... Lloré desconsolado; quería pegarle a mis viejos, recuerdo que los insulté. Como a todos mis perros, le elegí el pullover que más me gustaba, la envolví en él y la enterramos con papá. Todavía me duele... pero, de la última camada de sus crías, me quedé con uno de sus vástagos: el atorrante, el más feo, el 'pior' de todos... el que nadie se quiso llevar. Papá me dijo al oído 'Ese te eligió a vos'. Le pusimos de nombre 'Don Grillo' (para nosotros, los pibes, a secas: 'Grillito'). El muy desagradecido, finalmente, se mandó su última atorrantada. En unas vacaciones en Gesell, ya ciego, se escondió para morirse y no aguarnos las fiestas. Esperó a que terminara el año y, el 1º de enero, se las piantó. Qué perro boludo, el cusquito: se cree que me va engañar a mí, justo a mí, que todavía lo ando buscando para que me devuelva la pelota, a cambio de un pullover rotoso por si tiene frío.




                                                          Joel, mi amigo humano.       
                                               

Autor: Cristian Crucianelli  * (texto a corregir)

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