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martes, 3 de junio de 2014

Huesos de la boca



A veces mordemos para estar solos, y lo logramos. El diente 

se clava profundo y saca sangre... de su propia encía. En 

tiempos así, algunos de quienes transitan cerca tambalean;

otros definitivamente caen, algunos en silencio, otros con 

estruendo. Pero hay quienes ni tambalean ni caen y, sin 

ruidos ni alharacas ni siquiera estruendo, se encaprichan en 

poner su mano dentro de tu boca. Estos son los que, cuando 

vuelve la fiesta, son siempre bienvenidos, en medio de 

fanfarrias o el más humano de los silencios.










Autor: Cristian Crucianelli


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Face: Cristian Cine Nauta